Nuestros pasos avanzan de un modo circular desde un principio hasta un final, elevación, caída y vuelta a empezar. Etapas de coraje seguidas de épocas de desaliento y temor se suceden progresivamente, transportando emociones en sabias agujas que no pierden el tiempo conversando con el segundero.
Cada microsegundo encierra en el paso de su tiempo una verdad eterna, y su movimiento se manifiesta en todo el universo, solapando inquietudes que se mueven en segundos, vibran en minutos y circulan en horas.
El día antecede a la noche y la noche persigue al día, la primavera busca al verano y el verano corre al encuentro del otoño que musitando en el carrusel del tiempo espera paciente al gélido invierno, y así, sin descanso, circulan por el devenir de la rueda cósmica una sucesión de cambios que en nuestra propia piel notamos, y en nuestra alma añoramos, con la esperanza de que nazcan nuevas ilusiones, crezcan nuevos sueños, lleguen a su madurez nuestros pensamientos, decaigan nuestros fracasos y mueran nuestros miedos.
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