Son unas líneas que escrbí una noche después de un muy mal día y trago de cerveza, pero siempre cuando las fuerzas flaquean y el suelo bajo mis pies se tambalea un poco, salen de la caja de madera donde tengo todos mis papelotes guardados y las leo una y mil veces. Data del 13 de diciembre de 2006.
Esto y un poco de mar en silencio desde el balcón susurrando a los oídos que me dice "Sonríe Naroa, sonríe!" y todo cambia un poco de color.
"Esta la coloco aquí. Y esta aquí. Casi está. No, espera: hay que sacar esa y poner esta otra en su lugar. Sí, así está bien.
Vas colocando piezas hasta formar un todo con entidad propia. Te equivocas. Sacas una pieza. Pruebas con otra. El resultado no es el que buscas. Desmontas una parte. La vuelves a colocar. Refunfuñas.
Y eso es precisamente la vida. Un continuo movimiento de piezas. Ahora muevo la sal de la vida, el amor, para este lado. Los lamentos que me anclan al pasado, esos, los dejo a en esta zona, junto al enfado. Tengo en mis dedos el arrepentimiento, que es sincero y lo quiero aquí cerca de la sinceridad. La envidia, aunque pequeña, también existe. Es esta pieza. La dejo entre el orgullo y el egocentrismo. El odio, la bondad,... tantas y tantas piezas; pequeñas, grandes, cuadradas, octogonales, con aristas, sin ellas, las muevo una y otra vez buscando un equilibrio que a veces sí encuentro. Y entonces avanzo."
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