jueves, 6 de agosto de 2009

A falta de palabras


Despues de pasar hojas, digo que:

El ser humano tiene la necesidad y el derecho a dar sentido a su existencia, a historizar. Si ello no ocurre lo que no se dice aparece en forma de síntoma..

Una persona que no dispone de esta “capacidad “ de poner en palabras esta más predispuesta a encontrarse arrojado hacia la impulsividad. Aquello que no se puede decir se pone en acto y por lo tanto lo pone en riesgo. Y a esto lo llamamos síntoma. El síntoma es lo que denuncia que algo no anda bien, que no esta colocado en su lugar, que hay algo que no se puede significar y que encuentra este único modo de salir a la luz. Y que siente la fuerte necesidad de ser desvelado. Los síntomas pueden aparecer en forma de angustia constante, energía mental no canalizada. Los síntomas pueden aparecer en el propio cuerpo, en forma de enfermedades. Los síntomas pueden aparecer en lo social, y aquí todas las manifestaciones que producen tanto ruido y perturban a modo de molestia (enfermedad). La delincuencia, la maternidad precoz, las conductas autodestructivas , son claras consecuencias de la falta de recursos simbólicos a la hora de disponer de alternativas beneficiosas para la propia persona.

Más alla de cualquier cuestionamiento, lo que se evidencia es que es la propia persona la que se pone en riesgo y aparece como síntoma en el cuerpo social. Hay algo alli que no funciona, canales de simbolización o de realización que no están disponibles para todos los sujetos. Resaltar que la palabra es la herramienta simbólica con la que el ser humano puede manifestar sus deseos, sus padecimientos, puede enunciar su verdad. La palabra es necesaria como defensa, como límite o como grito.

Si a una persona se la priva de esta capacidad o que no se le facilitan las herramientas indispensables, corre el riesgo de quedar atrapado en significaciones que nada tienen que ver con su esencia. La familia y la sociedad son los encargados de facilitar estas herramientas y si esto no es otorgado son ellas mismas quines lo impulsan a una frustración continua que se traduce en una falta de criterio propio, a la imposibilidad de, nada menos y nada mas, poderse construir un proyecto propio.

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